Ampliando al lado de las Meninas

Tras realizar el fotovaciado previo al vídeo “Detrás de las Meninas”, me propuse hacer algo más original y constructivo investigando lo que habría “Al lado de las Meninas”. Para ello se descifran algunas obras pintadas en el cuadro y se continúa digitalmente, como si Velázquez dispusiera de un lienzo más ancho para incluir el resto que miraba y no llegó a pintar (ver pasos desarrollados en la pestaña +Meninas).

Previamente tuve que resolver los problemas detectados en las mejores imágenes disponibles del cuadro, como el sangrado recortado y una distorsión clara en la del Prado:

o la falta de ortogonalidad del cuadro y su excesiva oscuridad en la imagen de Google:

que precisó cientos de pantallazos con zoom cercano para la alta resolución que pretendía, pese a la gran banda clara que atraviesa horizontalmente el lienzo –incluso el vuelto– desde la primera ventana y por el medio de los dos grandes cuadros pintados al fondo, sobre los que el vídeo comienza mostrando sus obras mitológicas originales ya  reconocidas y una de las copias del yerno de Velázquez –Juan Bautista Martínez del Mazo– que estaban colgadas en el estudio, pues la otra desapareció en el incendio del Alcázar de Madrid que se inició en la nochebuena de 1734 y duró cuatro días, perdiendo –según los inventarios– hasta 537 cuadros de las colecciones reales y, lamentablemente, entre ellos algunos de los mejores artistas como Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, Tiziano, Correggio, Tintoretto,  El Bosco, Durero, Brueghel, Anibal Carracci, Luca Giordano, El Greco, Rubens, Ribera o del propio Velázquez, como la “Expulsión de los moriscos” con la que ganó el cargo de ujier y pudo entrar en la Corte.

Siguiendo con el vídeo, algo desconocido hasta el momento es que el estrecho cuadro lateral que está sobre los personajes de la derecha, al ser ensanchado y contrastado coincide con otra de las copias que hizo Mazo de Rubens. Se trata de la obra “Mercurio” que el museo del Prado tiene depositada en el museo municipal de Játiva, tras comprobar el correcto encaje de sus medidas catalogadas en el pilar del taller y estudio velazqueño por restitución perspectiva, pues el original de Rubens que está en el Prado es un 40% mayor y sobrepasa dicho pilar, aparte de que hoy sabemos que esa, con otras 62 obras de Rubens y su taller, llegaron de Amberes destinadas a la Torre de la Parada, que era un pabellón de caza en los montes del Pardo –hoy en ruinas– y según el inventario de 1700, llegó a albergar hasta 176 cuadros (algunos de Velázquez como los retratos con atuendo cinegético, los filósofos “Esopo”, “Menipo”, “El dios Marte” o varios bufones y enanos), mientras que en el Alcázar, bajo los aposentos (que incluían 7 ventanas) del Príncipe Baltasar Carlos -donde Diego Velázquez tenía su taller y estudio-, colgaban hasta 40 obras de Juan Bautista Martínez del Mazo, 35 copias y 5 cacerías según los inventarios.

El auténtico trabajo digital empieza completando a Nicolasillo Pertusato, el proporcionado enano de la derecha. Suavemente se desdibuja el marco para recrear la parte vista pero no pintada por Velázquez, partiendo justo desde el límite de la sombra del marco y al bajar –completando la zona oculta inferior– si nos fijamos en una mancha ante la pierna, descubrimos una característica muy particular en casi toda la obra velazqueña, sus llamados “pentimentis” o arrepentimientos, pues como les digo a mis alumnos, “Velázquez dibujaba pintando”, lo que motiva su “pentimenti” más notable al adelantar la pierna de apoyo en el suelo para que le entrara en el cuadro, observando luego que podía quedar mejor sin restarle dinamismo al personaje, decide finalmente retrasarla aunque la mitad le quedara fuera del lienzo, hasta ahora que ha sido “enteramente restaurada”.

Para continuar el lienzo vuelto y su caballete, busqué información sobre el bastidor aunque no consta con ese alto a tenor de lo pintado y restituido, pero pareciendo conservar las marcas y travesaños del original –según Carmen Garrido del Prado-, me centré en cómo sería la altura y forma del cabezal, encontrando una muestra al respecto en otro cuadro de Mazo titulado “La familia del pintor” (en el Kunsthistorisches Museum de Viena) pues aunque diminuto, parece reproducir a su suegro –aunque se duda sea Velázquez o el propio Mazo– en su labor habitual hasta con su típico asiento y zapatillas, viéndolo en pose similar a la de Las Meninas pero por detrás y en especial, sobresaliendo el cabezal de su caballete donde incluso podría colgar un trapo.

Si quería aumentar más el lado derecho, debía averiguar el tipo de contraventanas que debía haber en el Alcázar, pero dado que no se detallaban ni sus planos ni en otros dibujos o vistas ilustradas –por demasiado lejanas-, sirvieron de guía las de otro real sitio de la época, el cercano Palacio del Buen Retiro (que como su nombre indica era la segunda residencia y lugar de recepción o recreo) del que hoy solo queda construido al este, el Salón de Baile como actual Casón (del B.R.) consolidado y ampliado en dos nuevas plantas excavadas para albergar el “Campus Prado” con la Escuela, Biblioteca y el Departamento de Conservación (restaurando hasta hace un par de años la bóveda del “Toisón Giordano”), y al norte, el Salón de Reinos (por los 24 que constituían España y sus escudos pintados entre los lunetos de las ventanas), que hasta 2009 fue sede del Museo del Ejército en recuerdo a las grandes obras militares que allí colgaron (“Las lanzas” o “Rendición de Breda” junto a varios retratos ecuestres de los monarcas), pero al trasladarse al Alcázar de Toledo, pasa al grupo del Museo del Prado que en principio le devolvería su aspecto original (cuadros incluidos), aunque las críticas recibidas ante la separación de la obra velazqueña hacen que en la actualidad se destine a exposiciones temporales. Por los motivos anteriores, la otra obra de apoyo que sirvió de pista fue la “Lección de equitación del Príncipe Baltasar Carlos” (de la colección del Duque de Westminster) que el propio Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nos deja con sus protagonistas en el balcón alto y como en un juego de escondite, con ventanas miniatura a encontrar para vencer y restablecer, siendo reintegradas en su nueva posición sobre el paramento en chaflán que también nos recordaba su yerno Bautista Martínez del Mazo.

El remate final con el pilar sobrepuesto venía ya dado por el maestro, aunque agrandado y readaptado para ubicarlo en su justa posición por la restitución perspectiva junto a otra copia de Mazo previsiblemente colgada –aunque también perdida– de Heráclito, pues debía hacer pareja con su Demócrito del Prado, cuyo formato vertical también encaja a la perfección en ese u otro de los pilares, quizás en el primero del fondo, pues los otros cuadros ocultos sobre los tres pilares restantes y los dos pequeños del fondo, aunque no haya datos inventariables suficientes y no se llegan a apreciar ni con la máxima resolución, creo también haberlos descubierto gracias a sus medidas vistas y restituidas.

Profundizar sobre la más genial obra de Velázquez y para algunos del arte, ha sido todo un reto y hasta un honor y enorme placer que sin duda recompensa las múltiples horas invertidas, pues muchas veces las investigaciones no se comparten ni salen a la luz o incluso no llegan a buen término y hoy, honestamente creo al menos haberme acercado, esperando que al verlo o leerlo –de llegar a este final– lo puedas apreciar.

Vaciando el estudio de Velázquez

En este vídeo de 2011 se resume mi ilustración digital del año anterior, viendo como los personajes de las Meninas van desapareciendo consecutivamente y nos llegan a descubrir realmente que hay tras ellos, alguno, como José Nieto Velázquez en la escalera del fondo, pretendiendo un escapismo mágico al girar la hoja oculta de la doble puerta confirmada en perspectiva, como los pilares achaflanados sobre el gran suelo en que se proyectan los juegos de luces y sombras tanto próximos como lejanos.

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